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Arqueólogos descubren ciudad perdida del prehispánico que abarca 334 hectáreas en Acapulco
6 de septiembre de 2023
Los arqueólogos han hecho un emocionante descubrimiento en Acapulco, revelando una antigua ciudad prehispánica que se extiende por 334 hectáreas. Esta asombrosa metrópolis perdida alberga una riqueza de tesoros arqueológicos, incluyendo 38 petrograbados, calendarios circulares, y la representación de una deidad de la lluvia.

Uno de los hallazgos más notables es un petrograbado que representa a un mono, el cual es sorprendentemente similar a los encontrados en la cultura Nazca de Perú. Esto ha llevado a la especulación de que estos objetos fueron transportados por viajeros entre las dos regiones, lo que también explicaría la presencia de una figura en las zonas arqueológicas de Acapulco que representa una nave tripulada por un ser, colocada presumiblemente por visitantes.

"Como entusiastas de la arqueología, hemos intercambiado formas y figuras que encontramos aquí en Guerrero con aquellas que se han descubierto en Perú, Egipto y otros lugares de América Latina", comentó el investigador y ambientalista Rubén Mendoza.
Esta fascinante zona arqueológica se encuentra a solo 13 kilómetros del centro de la ciudad de Acapulco, uno de los destinos turísticos más importantes de México debido a sus hermosas playas.
Los hallazgos se distribuyen por el Cerro de La Bola, donde antes se encontraba una pirámide de la cultura Yope, que se utilizaba, según se cree, para rituales relacionados con el agua, las lluvias y la fertilidad. Este sitio tiene sus raíces en el periodo Clásico Temprano (aproximadamente 400 d.C), con adiciones y modificaciones realizadas durante el Epiclásico (600-900 d.C), antes de ser abandonado durante el Posclásico temprano (900-1200 d.C).

A pesar del paso de los años, aún se pueden encontrar restos de la civilización que una vez prosperó en Acapulco. Desafortunadamente, muchos de estos tesoros arqueológicos han sufrido daños por el ácido y la pintura aplicados por visitantes sin escrúpulos.

Este sitio arqueológico se ha convertido en un lugar predilecto para aquellos que disfrutan de actividades extremas, ya que es ideal para la escalada debido a su ubicación entre los 25 y 275 metros sobre el nivel del mar, y su extensión de aproximadamente 3 kilómetros.

Los estudiosos sugieren que las piedras colocadas en el cerro tenían una función de señalización para los antiguos habitantes. "Era una señal que debían alcanzar y tocar para asegurarse de que habían llegado al lugar correcto", destacó Mendoza.

Para la comunidad local, este sitio arqueológico se ha convertido en algo sagrado, y en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), trabajan activamente para preservar este tesoro y prevenir el saqueo y vandalismo de las obras rupestres en la zona.
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