Por:Juan Barnard.

A diferencia de otros cangrejos, el ermitaño es un crustáceo que carece de una coraza externa que lo proteja de eventuales peligros.

Habitan en diferentes océanos en áreas templadas y en el caso del Pacifico llegan a medir hasta 46 cm. Tienen cuatro pares de extremidades muy bien desarrolladas incluyendo las pinzas. Su exoesqueleto es muy blando y para proteger su abdomen desnudo, este crustáceo ha ideado una estrategia muy original y es que, después de nacer, de inmediato se da a la tarea de buscar una concha de un molusco gasterópodo muerto y enrolla su abdomen dentro de la espiral de la concha, esto lo hace con la ayuda de una pinza especial, que resulta de la modificación del último pleópodo (-apéndice abdominal-) del lado izquierdo, se agarra a la llamada columnela central de la concha.

Y aquí viene la larga búsqueda de una nueva casa para llevar a cuesta ya que a medida que va creciendo, el cangrejo ermitaño se ve en la necesidad de encontrar una concha más grande. Esto por supuesto es una verdadera competencia sin fin ya que provoca continuas disputas entre los miembros vecinos, que luchan por hacerse con un nuevo refugio.

Algunas especies terminan destruyendo la concha y se asocian directamente con los simbiontes que la recubren, como esponjas, anémonas y algas calcáreas.

La mayoría de estos organismos son marinos aunque hay algunos terrestres, los cangrejos ermitaños pueden vivir por más de 30 años en su hábitat natural en costas tropicales.

Se les considera un organismo carnívoro cuya principal forma de alimentación es la carroña, pero también incluye gusanos, crustáceos de tamaño muy pequeño, el filtrado de larvas y una dieta que ya lo hace omnívoro de pequeñas algas en su alimentación.

Como sugerencia a los buceadores:

Cada vez que veas una concha vacía por el hecho de verla como un aspecto decorativo en tu casa mejor no la saques del mar porque contribuyes a una “crisis de vivienda” para éstos simpáticos animalitos de un futuro hogar.