Por: Víctor Manuel Jiménez Mora.
La vida nocturna de Acapulco de los setentas a la fecha, ha sido deslumbrante y de reconocimiento mundial –una época maravillosa de amor e inventos-, ello se debe a la intensa actividad que se ha vivido en sus discotecas, pero no ha sido producto de la casualidad o de la suerte, sino por la habilidad, dinamismo, sentido vanguardista y empuje de un hombre que no tiene igual en el mundo -y no es un halago falso: él es Tony Rullán.
La impresionante trayectoria de quien, sin duda, es el señor de la noche de este puerto, empezó en el inolvidable “Tequila a Go Go”, la primera discoteca de México y que tuvo resonancia internacional, creada por el entonces Señor Acapulco, Theodore Sttauffer. Sin embargo, Tony, un hombre de mundo, exigente en su control de calidad para ofrecer un verídica anfitrionía, él, es ejemplo mexicano que se debe emular y sabe qué, lo tenemos aquí en Acapulco.
En el “Tequila A Go Go”, empezó su meteórico y reconocido devenir en el ámbito discotequero del orbe.
Su ímpetu juvenil lo motivó a crear “Le Jardin”, una discoteca exclusiva, a la que lo más se selecto de la sociedad porteña y nacional, así como el jet set y las “estrellas” de Hollywood acudían para ver y dejarse ver, siendo todo un acontecimiento.
El ambiente que imperaba transportaba a los asistentes al Edén; la música disco en su apogeo, los juegos de luces, algo nunca antes visto; las fiestas exóticas, los aromáticos perfumes, las joyas de verdad, todo en un halo irreal y un ambiente mágico.
Su visión empresarial lo impulsó a proyectar, que se colocó en el pináculo del buen gusto por encontrarse ubicada en la Escénica, con una impresionante vista de la bahía y se puso como meta “Extravaganzza”, a la cual nombró así por lo complejo que resultó su construcción, ya que se requirieron 18 meses de “picar piedra” –literalmente-, pues se edificó en la ladera de un cerro abundante en enormes rocas.
En diciembre de 1993 surgió el concepto “Palladium”, nombrada así con el fin de colocar a Acapulco al nivel de Nueva York y París, ya que en esas ciudades existen discotecas con el mismo nombre.
El concepto fue innovador en Acapulco, México y más allá de las fronteras.
Pero no se trata de abrir nada más así porque sí, discotecas, ¡no!, para lograr el éxito obtenido es indispensable estar dotado de creatividad, compromiso, responsabilidad, carácter, eficiencia y un alto sentido de la calidad en el servicio y ello lo aglutina Tony Rullán en su personalidad. Le pregunté un día, Tony, como llenas esta discoteca –ya que había más de mil personas esa noche del 2006 –una bella locura-, refiriéndome a la discoteca “Mandara”, y, entre sonrisa de orgullo y satisfacción, pero con gran lección me dijo: “con muchísimo trabajo, labor de equipo y dirección”.
Su incursión en el piano bar “Siboney” también dejó precedente, ya que sigue siendo un sitio de elegancia y gran categoría, en el que se escucharon las mejores voces y nadie se aburría…Ahhh, que lugar..!
Pese a ser quien es, Tony Rullán es el amigo agradable que siempre ha demostrado dondequiera que se encuentra, contribuyente indiscutible en el puerto, siguiéndole los pasos su hijo Brian, quien por cierto, va paulatinamente, por la estafeta, entendiendo con responsabilidad, lo que requiere Acapulco, bajo este negocio titánico con un sello propio.
Sin excusa, Tony, es una de las puertas de Acapulco, un personaje que forma parte de la historia; leyenda contemporánea de Acapulco y su amor por esta ciudad, es más que probada, indudable.
La verdad, no podría entender la vida de tarde y nocturna en lo que puntos de reunión se refieren, degustando mi paladar, cantando o bailando, sin la referencia que esta leyenda viva siga esforzándose por mantener al puerto con el placer de disfrutarlo, constantemente, pero sobre todo, ejemplo que no hay imposibles cuando se tienen voluntad.
Actualmente uno de los proyectos de Tony Rullán es
Tony's Bistro
En lo personal, me siento honrado de conocerle.